A menudo cuando nos encargan un diseño para un sitio web o una plataforma, los pedidos suelen ser específicos y basados en un análisis más o menos certero de nuestros clientes, lo que es en esencia muy racional y estructurada. Para la mayoría de los profesionales, es muy cómodo trabajar en este tipo de “ida y vuelta”, pero que está muy lejos de nuestra tarea de crear un producto que se adecue totalmente a las necesidades reales. Aunque esto parezca contradictorio, saquemos de contexto el producto y pongámonos por un momento en el lugar del cliente, planteando a nuestra empresa de automóviles favorita el diseño de un automóvil.
[ad] Imaginemos por un momento encontrarnos en la oficina del equipo de diseño de Ferrari explicándoles como debe ser, a cuando debe correr, que capacidades de rendimiento y costos debe tener el nuevo modelo. Lo más probable es que el equipo de Ferrari (en el caso que no nos saquen a patadas de la oficina) tenga sus cientos de razones para objetar los cambios o limites que se le están imponiendo. Lo cierto es que un cliente “siempre tiene la razón” siempre y cuando no tome ninguna decisión.
Nos parece ridículo decirles a los jefes de diseño de Nokia como hacer el próximo teléfono o a Audi como hacer el nuevo modelo deportivo, pero nos quedamos de brazos cruzados y escuchamos atentamente cuando un cliente nos pide un logo que ocupe el 50% de la pagina, colores que desprenden la retina o simplemente disposiciones de contenidos escritos sin razón de ser.
No se debe confundir la necesidad del usuario con la potestad de este para implementar cambios estructurales o estéticos, pues los profesionales somos nosotros. Por más espíritu de involucramiento que tengamos, no se nos permitiría decirle a un ingeniero que haga un puente de papel porque nos parece que así se recicla mejor a la hora de destruirlo. De la misma manera debemos comprometer nuestra posición y explicar la razón de ser de algunas cosas.
En mi vida profesional he aprendido que a veces en el afán de contentar a un cliente, luego he tenido que invertir muchas horas en cambiar algo que sabía que funcionaria mejor si hubiera seguido mi instinto desde un principio. A la hora de evaluar vuestro próximo proyecto o tarea, tened en cuenta que quien sabe del negocio es vuestro cliente, pero de web los ilustrados somos los que vivimos de ella.
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